El libro escrito por Elías Fernández Casella, y editado por Promesa Editorial, contiene, en principio, cinco relatos cortos. Una apuesta, sin dudas, apuntada al lector promedio actual: el que reparte su tiempo entre redes sociales, un poco de lectura, trabajo y otros cientos de estímulos diarios. Un lector que ya no es nuevo; pero que se distingue por batallar contra la atención dispersa de la que ya inevitable y perpetuamente somos y seremos, dicen, esclavos.
El pulso es, entonces, un libro para leer rápido. Aunque esa velocidad no se circunscribe al después de la lectura. Por el contrario, el lector de estos textos va a estar sometido a una poslectura, en apariencia pasiva, pero atravesada por los flechazos venenosos de información que dispara cada uno de los cuentos. En El pulso hay clima de época, hay dispositivos tecnológicos, hay chinos ventajeros, hay gente cansada haciendo fila en bancos, hay streaming, hay violencia, hay hastío, hay un pulso que es el que todos conocemos: el de cada día de la semana, el que se mantiene acelerado por una cuestión de rutina, de sistema, de estructura social.
El valor del libro está dado porque, además de la impronta vanguardista y actual, sus historias están espetadas por una tradición literaria. Entrelíneas se lee a Cortázar, a Felisberto Hernández, a Dick y tantos otros. La fantástica extrañeza de lo cotidiano que, un poco, nos explica a todos. Pero acá, en el Pulso, esa explicación no queda subyugada a la teoría o a los hechos ficticios: se siente en el cuerpo, incomoda, hace que el lector se remueva un poco en su asiento y mire cada tanto la pantalla del celular para chequear que las cosas sigan como antes.
Tal vez la pregunta sea esa: ¿queremos que todo siga como antes? Seguramente después de la lectura de este libro, querid@s lect@res, alguna perspectiva habrá cambiado en ustedes.
Y si no es así, por favor, preocúpense.
Elías Fernández Casella es lector, trabaja de periodista y escribe para no enloquecer. El Pulso, editado por @promesaeditorial, es su primer libro.