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Coyuntura internacional

Conflicto en Ucrania: a las puertas de un nuevo orden mundial

El pasado 24 de febrero el presidente de la Federación Rusa, Vladimir Putin, anunció en cadena nacional que Rusia emprendía una campaña militar contra su vecino, Ucrania, a la cual denominó “Operación militar especial”. La noticia fue el desenlace de una escalada militar y diplomática que llevaba varios días de tensiones. La decisión tomó por sorpresa a la Unión Europea, ya que en los días previos Putin se había reunido con los presidentes de Francia, Emmanuel Macron, y de Alemania, Olaf Scholz, para llegar a soluciones diplomáticas. Sin embargo, las negociaciones no resultaron según lo esperado. 

Lo que no muchos saben es que el conflicto y guerra civil en el este de Ucrania se inicia en el año 2014 y, según las cifras de la ONU, se calculan alrededor de 14 mil víctimas producto de acciones militares en el este del país y la frontera con Rusia, la denominada zona del Donbas, que comprende a las provincias ucranianas de Donetsk y Lugansk. 

Antecedentes Históricos

Podemos decir que Ucrania formaba parte del Imperio Zarista, la península de Crimea era el lugar de veraneo preferido de los zares. Cuando triunfó la Revolución de Octubre de 1917 al mando de los bolcheviques, Vladimir Lenin concedió cierta autonomía a los territorios ucranianos y entonces el país pasó a conformar la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) creada en diciembre de 1922, donde Ucrania era incorporada al nuevo esquema socialista.  

Durante el período socialista Ucrania tuvo vaivenes políticos, económicos y sociales con respecto a los diferentes planes que imponían los líderes soviéticos. En la década del 1930 vivió un período de “rusificación”, donde se promovían la cultura y lengua rusa, estableciendo una gran presencia de población rusa en el este del país. La península de Crimea perteneció a Rusia hasta 1954 cuando fue entregada a Ucrania por Nikita Kruschov, pero en ese territorio la mayoría de población es rusa, lo cual explica, en parte, su posterior anexión a Rusia en 2014.

Luego de la caída de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov implementó una serie de reformas pro mercado y una apertura cultural de todos los países del bloque antiguo bloque soviético hacia occidente. Es entonces cuando reapareció el nacionalismo ucraniano reclamando la independencia del país, teniendo como primer presidente a Leonid Kravchuk en 1991.

El “Maidan”

Durante la década de los 90 la situación política, económica y social fue relativamente estable. Es en el año 2009 cuando después de elecciones democráticas y en segunda vuelta es elegido como presidente Viktor Yanukovic, que era el candidato de Moscú y sostuvo muy buenas relaciones con el presidente Putin, quien ya había sido elegido presidente de Rusia en el año 2000.

En noviembre del 2013 se inicia una serie de protestas en el país, debido a que el presidente Yanukovich había pospuesto o cancelado una serie de acuerdos y compromisos de acercamiento a occidente. Esta acción generó la protesta de miles de ciudadanos que se reunieron en Maidán, la plaza principal de Ucrania. Desde ese momento se desencadaron manifestaciones cada vez más violentas, motorizadas por grupos de extrema derecha nacionalista como Svoboda y Pravy Sektor (Sector Derecho).

En un principio el gobierno no accionó contra las manifestaciones pensando que serían pasajeras, sin embargo estas se incrementaron con el pasar de los meses y en enero de 2014 se produjeron enfrentamientos que dejaron un saldo de 67 muertos, según la versión oficial. El gobierno intentó negociar una salida junto con los partidos opositores, pero finalmente el Parlamento destituyó a Yanukovich, se convocaron nuevas elecciones para mayo de 2014 y fue electo Petro Poroshenko, un candidato claramente anti ruso que contó con todo el apoyo de la Unión Europea y Washington. Putin observó la destitución de Yanukovich como un golpe de estado y no dudó en jugar sus cartas geopolíticas en el país vecino para asegurar los intereses de Rusia.

Territorios en disputa

Después de la destitución de Yanukovich como presidente de Ucrania, varias provincias del país se opusieron al nuevo gobierno. La reacción fue inmediata, la provincia de Crimea, ubicada al sur del país fue la primera en no reconocer el gobierno y organizó una consulta popular para decidir si es que continuaba siendo parte Ucrania o se anexaba a Rusia. El resultado fue arrollador, más del 80% de la población votabó por la adhesión a la madre patria y el proceso culminó en marzo del 2014. Esta acción no fue reconocida por la ONU y Rusia tuvo algunas sanciones económicas por esta maniobra.

Por otro lado en el este del país en la frontera con Rusia, las provincias de Donetsk y Lugansk también se levantaron contra la administración anti rusa de Poroshenko, organizando milicias populares que se autoproclaramaron estados independientes. Esto produjo una serie de enfrentamientos armados entre el ejército ucraniano y las milicias de ambas provincias.

Es aquí donde aparecen en escena los primeros grupos paramilitares de ultra derecha en Ucrania, el más conocido de todos por sus cruentos crímenes de guerra, violaciones a los derechos humanos y reivindicación de símbolos nazis es el Batallón Azov.    

Ante este panorama de enfrentamientos armados entre el ejército, paramilitares y milicias regionales la situación llegó a estancarse, por lo que se iniciaron las negociaciones de paz. Una serie de encuentros diplomáticos entre las partes involucradas: Ucrania, Rusia y la Unión Europea terminaron en los acuerdos de Minsk, que consistían en un alto al fuego y el reconocimiento por parte de Ucrania de “una independencia especial” a las provincias en conflicto, Donetsk y Lugansk.

Conflicto actual

La declaración de guerra por parte de Rusia a Ucrania ocurre principalmente porque no se han respetado los acuerdos de Minsk. Y en febrero de este año Ucrania, con armas proporcionadas por la OTAN, había lanzado una feroz ofensiva contra ambas provincias. Enseguida la Duma Estatal de la Federación Rusa (Parlamento de Rusia) aprobó el proyecto que reconoce como estados independientes a Donetsk y Lugansk, lo cual le permitía “ayudar militarmente” a dichos estados si estos lo solicitaban. Es así que después de varios días de negociaciones con la Unión Europea, Putin tomó la decisión de invadir Ucrania para “desmilitarizar y desnazificar el país”, ya que constituía un peligro para la seguridad de Rusia.

Se sabe que Rusia es una potencia mundial y sus fuerzas armadas son una de las más poderosas del mundo, ya que cuentan con capacidad nuclear y sólo puede ser igualada o superada por Estados Unidos. Ucrania no pertenece a la OTAN, por lo tanto, EE.UU y la Unión Europea no pueden ingresar directamente en su defensa, pero sí pueden ayudar por otros medios, como el envío de armamento que ya ha sido anunciado por varios estados europeos y por los propios EE.UU.

Consecuencias Geopolíticas

¿Se inicia una nueva Guerra Fría? ¿Estamos ante la aparición de un nuevo orden mundial? ¿Ucrania será el nuevo Afganistán para Rusia? Estas interrogantes no tienen una respuesta concreta, ya que los actores geopolíticos a nivel mundial nunca muestran sus cartas del todo, así que sólo podemos analizar las posibles vías de acción de las potencias involucradas.

La OTAN había manifestado su deseo de incorporar a Ucrania en su organización, lo cual Rusia consideraba un peligro para su seguridad nacional debido a que si se instalaban misiles en Kiev, podrían estar en cuestión de minutos en Moscú. Después de este conflicto, es muy poco probable que los planes de incorporación de Ucrania se vuelvan realidad y una acción directa de la OTAN, con EEUU a la cabeza, podría desencadenar un conflicto nuclear que llevaría a la aniquilación de gran parte de la humanidad.

Esta campaña militar le ha costado a Rusia un aislamiento geopolítico nunca antes visto: sanciones económicas y financieras a sus bancos, la expulsión del sistema SWIFT que es el medio por el cual se hacen los pagos para importaciones y exportaciones de todos los países; cancelación por parte de Alemania del gasoducto Nordstream 2 (estaba terminado y sólo faltaba autorización de funcionamiento); se excluyeron atletas rusos de competencias internacionales; hasta el bloqueo de medios de comunicación rusos como RT y Sputnik, lo cual va en contra de la tan pregonada libertad de expresión en Europa. Todas estas sanciones fueron impuestas con el claro fin de dificultar el esfuerzo de guerra por parte de Moscú.

Las consecuencias no son sólo para Rusia. Europa tiene una crisis energética enorme, importa gas ruso para poder traccionar su industria y calefaccionar sus hogares en el invierno. Como consecuencia de las sanciones las boletas de gas y energía eléctrica sufrirán incrementos de hasta 60% según algunas estimaciones: una oportunidad perfecta para que EE.UU se convierta en el principal proovedor europeo de gas, claro que con un incremento de precios considerable debido a la distancia y la logística del transporte.

Putin y Xi Jinping

Pero a diferencia de lo que parece no todas son malas noticias, ya que existe una alternativa para un mundo multipolar: el gigante asiático China ha relanzado su sistema de pagos internacionales CIPS, que tiene la particularidad de aceptar docenas de monedas en el mundo, no solamente al dólar norteamericano. Utilizando este sistema varios países podrán acceder al comercio internacional sin depender del dólar, entre ellos Rusia. Pekín ha mantenido una postura neutral en el conflicto, pero ha dejado en claro que las preocupaciones de seguridad de Rusia tienen que ser consideradas por la OTAN y la UE, lo que no redunda en un apoyo explícito a su principal socio a nivel mundial pero tampoco acompaña las sanciones de occidente. Por otro lado, ha firmado convenios con Rusia para la venta de gas. 

El panorama actual es incierto: la avanzada militar rusa, incontenible los primeros días, se ha desacelerado debido a la férrea resistencia ucraniana, sobre todo de los grupos paramilitares de tendencia neo nazis que están luchando intensamente en las ciudades sitiadas. Lo que espera el mundo es el diálogo, el cese de muertes y la diplomacia como única forma de consenso.

Ángel Lozada nació en Callao, Perú, y desde hace quince años está radicado en Buenos Aires, Argentina. Es comunicador y docente.