📝 Autora de tres libros de cuentos y dos novelas, responsable de tutorías en la Maestría en Escritura Creativa, (UNTREF) y ganadora de las becas de creación Néstor Sánchez (UNTREF, CUNY) y del International Writing Program de la Universidad de Iowa, Yamila Bêgné diseña su escritura a través de realidades extrañadas, romances estrambóticos y ritmos pausados que crean climas envolventes de los que no queremos salir. “Enfocar y enriquecer esos recursos es un modo de compensar aquello que se da raramente en el mundo”, opina Yamila, a quien le encantaría tener esa percepción más lenta y detenida en el día a día para encontrar, por caso, el movimiento de un árbol o de una flor: “Escribir como clave para ver el mundo y no ver el mundo como clave para escribir”.
Muy influída por la rama académica de la literatura, en especial los textos claves de la Argentina de los siglos XIX y XX, la escritora no duda en señalar a #Saer como una de las lecturas que más la han motivado: “No hay nadie que lea Saer y no salga afectado de alguna manera. Positiva o negativa. Hay algo físico en su escritura que genera efectos: ganas de escribir y de generar esos espacios impresionantes donde ocurren cosas del orden de lo corporal a partir del lenguaje”.
Desde una visión que marca que los libros son una puerta a sensibilidades que tal vez no teníamos al momento de acercarnos a ellos, y que al procesarlas y compartirlas podemos llegar a sentir más de cerca, la autora sostiene que la ficción es un dispositivo del amor, así como el amor es también un dispositivo de ficción. Dice: “Aprendemos a enamorarnos, porque hemos leído libros sobre el amor y porque hemos visto películas que nos muestran cómo es estar enamorado o enamorada. Después por suerte vamos aprendiendo para cada uno qué es el amor. A veces es mucho más sencillo despertar una emoción a través de la ficción que en la vida”.
✏️ Podemos afirmar que la de Bêgné se trata de una escritura que cultiva lo artesanal con la ciencia y el diálogo con otrxs escritorxs. Confiesa que disfruta mucho del proceso creativo y que el hecho literario se da en el espacio de “un jardín propio”. Si bien existen momentos de más tensión, por no encontrar un personaje, un tono o un registro, decide pensar esos momentos como propios de la escritura (sin los cuales escribir no tendría sentido). “Me parece importante”, argumenta, “poder entender el proceso y de alguna manera darle la entidad que tiene a cada parte. Estar perdida muchas veces es fundamental”. Es que escribir para Bêgné es estar en contacto con ciertos núcleos de percepción, también investigar, estar algo obsesionada. Como ir por la calle pensando que una oración quizá no quedó tan bien. Es ahí cuando el texto vuelve fuera de la pantalla y provoca, pese a todo lo que se podría pensar, un estado de disfrute.
En ese sentido cabe mencionar que la formación en Letras de la autora fue un paso fundamental, puesto que además de permitirle entender la literatura como una actividad cerebral -para la que es necesario investigar y así poder romper límites desde adentro- le dio un importante acervo de lecturas y también el acceso a la tradición Argentina 🇦🇷. “La literatura argentina se está reescribiendo siempre de una u otra forma”, dice. Y agrega : “Es como un jardincito que tiene sus propias reglas y que te impulsa a la escritura”.
En su trabajo como tutora de tesis de la Maestría de Escritura Creativa 🎓 Bêgné busca ejercitar la gimnasia de leer un texto a través de lo que el texto propone y no a través de sus propios criterios. De esa forma, dice, se vehiculiza el diálogo al mismo tiempo que se da lo “extratextual”: la amistad, el acompañamiento y la vida en sí. “Me parece que lo crucial de poder dialogar con otros te abre los ojos acerca de lo que uno pensaba que era la literatura o la escritura. Acerca de lo que pasa en la literatura que estamos escribiendo. Poder intercambiar nociones sobre lo que está pasando, tener una mirada más macro sobre lo que se está escribiendo en el entorno también es super rico”.
La autora, como ya marcamos, valora el pequeño universo de la escritura que ella misma se arma al mismo tiempo que dialoga con otras personas y tradiciones. Es por esto que una de las cosas que más destaca de sus becas creativas en Iowa y en Nueva York es haber podido estar en contacto con treinta escritores y escritoras que de otra manera no hubiera llegado a conocer: “Fueron momentos hermosos, donde se mezcla y se fusiona el trabajo con el lenguaje, con toda la parte que tiene que ver con el dialogo con los otros. Llegar a poder dialogar sobre poesía con una colega de Mongolia o de Rumania hubiera sido muy difícil. Son experiencias que abren mucho”.
👉🏻 Yamila Bêgné es, en definitiva, una escritora que se pone en contacto con el nervio de lo que escribe. En ocasiones, trabajar sobre ciertos temas le trae miedos por la noche, antes de ir a dormir. No solo al leer y escribir sobre cuestiones paranormales, temas que tal vez le atraigan tanto porque “se queda un poco pegada”, sino también por el “miedo positivo” que existe en la escritura, el de estar yendo hacia un lugar desconocido. “Hay un influjo hermoso de lo que una escribe sobre la vida”, dice Yamila, “que por momentos puede tener la forma del amor y una se puede enamorar pero puede tener también la forma del terror y el dolor. No es un sufrimiento real del cuerpo, pero sí una nube que se queda flotando, afectando el ánimo y el sueño”.
Yamila Bêgné nació en Buenos Aires, en 1983. Licenciada en Letras y magíster en Escritura Creativa, publicó los libros de relatos Protocolos naturales (Metalúcida, 2014), El sistema del invierno (Outsider, 2015), Los límites del control (Alto Pogo, 2017), Cuplá (Omnívora, 2019) y La Máquina de febrero (Leteo, 2021). En 2018, participó como residente del International Writing Program de la Universidad de Iowa. Coordina talleres de escritura y lectura.
Elías Fernández Casella , el autor de este texto, es escritor, periodista (Comunicación Social, UBA). Instagram: @fechoriasinofensivas. YouTube: Fechorías Inofensivas.