Un día prendí la tele y había un señor diciendo que la apague. O mejor: hablaba de Antonio Gramsci y la hegemonía que ejercían los grandes poderes concentrados del mundo a través de, por ejemplo, la tele, ese aparato masivo, utilizado para lavar cabecitas pero también, soñaron algunos, para emanciparlas. No la apagues, pero pensá en apagarla, decía el señor desde su constante contradicción televisada. Figurate la idea de poder hacerlo. Sopesá el daño que puede causar (causarte) que piensen por vos. No sólo con la tele. Con tus consumos. Tus amores. Tus deseos y tus frustraciones. ¿Sos libre? ¿Qué tanto? ¿Te gusta el capitalismo? ¿Qué tanto? ¿Lo odias? ¿Cómo? ¿Conocés a los que no les gustaba y quisieron mejorarlo o, incluso, cambiarlo y abolirlo? ¿Conocés sus argumentos, sus luchas, sus muertes y sus legados? Todo eso decía el señor. Y seguía diciendo: Pensá en la tele pero usala sólo como puntapié para cuestionarte el mundo y todas, o al menos un puñado, de sus injusticias.
Ese señor era José Pablo Feinmann. Filósofo, escritor, docente, guionista y conductor del programa Filosofía Aquí y Ahora, emitido por el canal Encuentro. No cualquier canal. Encuentro era, por esos años, 2006 o 2007, una señal emergente del Ministerio de Educación de la Nación, sin publicidad y con una lógica alternativa a los consumos de la época. Sólo allí podía estar ese programita de filosofía conducido por José Pablo. No recuerdo cuánto habrá durado al aire, quizás 4, 5 o 6 años, lo que sí recuerdo es que me vi todos los capítulos posibles. Luego me compré los videos de las clases que José Pablo daba por esos años y los compilaba y distribuía el diario Página 12. Leí varios de sus ensayos y libros de ficción, siempre con la filosofía como motor de sus narraciones. Algunos que recuerdo con mucho cariño son: Qué es la filosofía, La sombra de Heidegger, La crítica de las armas; La Astucia de la Razón, Últimos días de la víctima, Siempre nos quedará París, El Flaco, Timote, los libros del peronismo, dos tomos grandotes compendiados a partir de las contratapas que José fue escribiendo a lo largo de los años en su querido Página 12. Y un montón de libros más. Ensayos sobre los medios, el poder y su obcecación por destruir este planeta; ficciones tormentosas basadas en sus dramas de juventud; la vida de los más diversos personajes que dejó la historia de este país contada como sólo él sabía hacerlo; reseñas de películas magistrales y no tanto (José también tuvo un programa de cine en Canal 7 donde las recomendaba y reflexionaba en varias direcciones sobre el séptimo arte; incluso fue guionista de varias películas como Últimos días de la víctima o la de Evita que protagonizó Esther Goris).
Feinmann tomó cierta relevancia en la escena pública argentina por ese programa de filosofía que condujo, pero también por varios de sus análisis políticos en aquella etapa del país. Su idea sartreana del intelectual comprometido con su tiempo y su pueblo lo llevó a manifestarse en favor de los procesos políticos de Néstor y Cristina Kirchner y a pelearse con el macrismo y los exponentes del liberalismo en la Argentina.
Se puede decir que fue un académico cuestionado por la academia (sobre todo en ese último período de notoriedad social) por sus dotes de divulgador (a ciertos académicos eso mucho no les gusta; para ellos sería algo así como: mientras más difícil, mejor; y pasa en todas las ramas de las ciencias y el arte). Feinmann fue contemporáneo y amigo de tipos como César Aira, Osvaldo Soriano, Horacio González, Juan Sasturain, Adolfo Aristarain, Juan Carlos Desanzo y León Rozitchner. También, lo emparentaron con otro personaje televiso que llevaba su mismo apellido pero estaba en las antípodas de su pensamiento político y social: Eduardo Feinmann. Y, en efecto, eran primos segundos. Un lejano rastro de sangre hacía que, cada vez que a uno le consultaran por el otro, los gestos de rechazo invadan la escena. No se querían nada; y para resolver cierta confusión mediática que se daba al citar a los parientes, al intelectual, al digno de escuchar y leer, le comenzaron a decir: el Feinmann bueno. Y asunto cerrado.
Para los que quieran ver algo genuino y entretenido de él y sus pensamientos vean en youtube el programa Sintaxis. Está subido en ocho cortas partes. Ahí José Pablo repasa vida y obra pero también actúa escenas magníficas en donde demuestra toda su acidez y lucidez a la hora de despacharse pensando este mundo. Lo van a ver escribiendo, lo van a oír pensando y lo van a sentir cercano. Porque era un tipo agudo, lúcido y atormentado, pero real. Cero pose. Un día me lo crucé en una librería, le pedí que me firmara un libro suyo, y me pidió que lo acompañara a dar una vuelta. Me dijo que era alto como un arquero de Racing de no sé qué época. Me contó que estaba haciendo lo que más le gustaba hacer, escribir. Y en la dedicatoria me puso “Ahora te toca leer esta historia, ser atravesado por ella, y apagar el televisor”.
Alexis Panozzo nació en Trelew, Chubut, en 1988. Es licenciado en Comunicación Social y periodista. A veces lee y va al cine. Ama a su gata Panchita y todos los días la mima como si fuera el último.