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Surfin’ Argentina

Es momento de decir que Argentina ya no es noticia. No sorprendemos, somos previsibles, nos desarrollamos al ritmo del esto ya lo viví, practicamos todas las formas de la postergación de las condiciones sociales. Estas elecciones –sus candidatos, los discursos de campaña, las formas– bordearon el disparate y pusieron de manifiesto, de forma brusca, a pelo, el síntoma de un liderazgo oficialista roto. Mientras todo esto ocurría el ministro Guzmán seguía –sigue– intentando transar una deuda imposible, que también deja una certeza: ya no está claro que sepamos cómo negociar semejante guita. Tenemos la experiencia de haberlo hecho antes pero, evidentemente, no alcanza con el presidente regalando un mensaje alentador pocas horas después del escrutinio. (Tampoco con el canje deuda-ambientalismo que fue motivo de bullying en varios lugares del continente).

Podemos decir que después de una gestión macrista definida por innumerables errores y rectificaciones sin goyete y tras dos años de un peronismo blando y sin suerte, quizá el mayor y el único valor que exhiben Juntos y el Frente sea no ser como el otro.

Acá, ya dije, no hay sorpresas. Pero sí en el mundo: en Chile hay un tal Kast que es la reencarnación de Pinochet, en Cuba hay marchas opositoras y movilizaciones impensadas, Estados Unidos tiene uno de los índices de inflación internanual más altos de su historia: 6,2 por ciento. El nuestro, de más de 50 por ciento, el presidente lo conversará en estos días con empresarios, trabajadores y, si no es mucha molestia, con la oposición. Lo anunció Massa unas horas antes de perder las elecciones legislativas de su espacio y más tarde, con la victoria por la mínima ya casi confirmada, Vidal y Tetaz hicieron referencia a la misma posibilidad.

La pregunta es cómo seguir.

Los más optimistas hablan de la victoria de un peronismo renovado en 2023. Un candidato que no sea ni muy viejo ni muy joven, no tan castigado por las encuestas, más algún caudillo con estructura y votos en el bolsillo. Los pesimistas, y los que miran cómo se desarrollan las cosas en distintas partes de la región y en el mundo, ya prevén un avance de la derecha de siempre junto a una legión de simpáticos libertarios guiados por los valores más vetustos y violentos que dejó el siglo XX.

Lo cierto es que, pese a todo, la gente ha perdido el miedo. El miedo, en Argentina, no apura. La previsibilidad forjó ciudadanos y ciudadanas que surfean sobre las amenazas de los mercados, sobre el dólar inquieto, sobre los canales que se regodean con afanos en el conurbano. La duda que emerge es: ¿cuántas olas más llevará revertir el escenario adverso?

Andrés Pinotti es licenciado en Comunicación Social, periodista y docente: @andrespinotti en Instagram.