Perú: entre la esperanza de un nuevo futuro y la vuelta a la “normalidad neoliberal”
En Perú se ha llevado a cabo una elección histórica, literalmente histórica. Y no es el objetivo magnificar un proceso democrático que ocurre cada cinco años, sino que lo destacable es que por primera vez en su historia moderna Perú tuvo dos candidatos con proyectos de país totalmente opuestos. Por un lado, Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori, actualmente preso por múltiples delitos como corrupción, lavado de dinero y delitos contra los derechos humanos (como es el caso de las esterilizaciones forzadas a mujeres indígenas en los años 90 durante su presidencia).
Keiko tiene una larga experiencia en la política peruana, fue por tercera vez candidata a presidenta y durante muchos años se mostró como la principal responsable del armado político en el poder legislativo, ya que su partido Fuerza Popular contaba generalmente con el mayor número de legisladores en el Congreso, lo que le permitía aprobar y tirar abajo leyes a gusto. Incluso pedir la vacante de varios presidentes: como sucedió con Pedro Pablo Kuczynski (que resistió dos pedidos de vacancia pero terminó renunciando) y Martín Vizcarra que sí logró ser removido del cargo por diversos casos de corrupción. En suma, Keiko representa a la derecha clásica, conservadora y ortodoxa del país, que quiere mantener el statu quo nacional. Para comprobarlo tan sólo hay que echar un vistazo al demoledor apoyo que recibió del sector empresario, bancario, mediático y hasta del Premio Nobel, Mario Vargas Llosa. Con ese panorama Keiko llegó a la segunda vuelta con alrededor del 14% de los votos emitidos.
Por otro lado, Pedro Castillo: maestro rural y dirigente sindical de la zona andinacentral del país, la región de Cajamarca, más precisamente del pueblo de Chota. Durante los años 90 Castillo formó parte de lo que se conoce como rondas campesinas para la autodefensa contra el terrorismo. Y por haber sido “rondero” es que los principales medios de comunicación y su rival encabezaron una campaña sucia para ligarlo con el comunismo, reavivando fantasmas, traumas y heridas muy profundas en la sociedad peruana.
Castillo entró en la escena política en el año 2017 debido a una huelga del gremio docente que él mismo encabezó, la cual tuvo una duración aproximada de dos meses. Lo que se exigía eran mejoras salariales y beneficios en el sistema educativo a nivel nacional. Después de esa primera aparición pública se dedicó a la política por el partido Perú Libre, con presencia principalmente en las zonas andinas y rurales del país.
De esta manera llegó a la segunda vuelta con alrededor del 19% de los votos emitidos, en una de las elecciones con más ausentismo desde los últimos años debido al desprestigio que sufren las instituciones y partidos políticos a nivel nacional. El partido de Perú Libre se define como marxista, leninista, mariateguista y socialista: una nueva izquierda peruana que busca la recomposición del poder adquisitivo de los trabajadores y una nueva visión sobre los recursos naturales que posee el país y las actividades extractivas, que representan gran parte de la actividad económica. Otro de los objetivos es el de mejorar la gestión sanitaria y social de la pandemia. Según los últimos datos presentados por el Ministerio de Salud, el país cuenta con 180 mil fallecidos por covid-19, lo cual hace que Perú tenga la mayor cantidad de muertes por millón de habitantes en el mundo.
Con este panorama de crisis sanitaria, económica, social y política se llegó al tan esperado ballotage. El pasado domingo 6 de junio se realizó la votación con todas las precauciones que requieren eventos de este tipo (debido a la pandemia se llegaron a dar turnos con horarios para acercarse a los locales de votación). Los resultados a boca de urna que anunciaron los principales canales de televisión y encuestadoras arrojaban un empate técnico con una pequeña ventaja a favor de Keiko Fujimori. Ambos candidatos salieron a pedir paciencia a la ciudadanía ya que los números podían cambiar a medida que avanzara el conteo oficial del organismo electoral. Y así fue: la ventaja de Keiko sobre Castillo comenzó a acortarse hasta que el día lunes por la noche la agrupación Perú Libre dio vuelta el resultado. Esto reavivó con toda su potencia la campaña sucia contra el candidato del lápiz (ícono simbólico de Castillo). Desde varios medios de comunicación circularon videos caseros de mesas de votación con boletas manipuladas, intervenciones de la policía en varios centros de votación y denuncias de toda índole. Keiko Fujimori no dudó en pronunciar las palabras que suele utilizar la derecha cuando pierde: “Me robaron la elección”, dijo.
La incertidumbre y el conteo voto a voto se mantuvo hasta el día de ayer, cuando por la noche (casi al cierre de esta nota) el Organismo Nacional de Procesos Electorales (ONPE) anunció los resultados al 99,998% de los votos con los cuales Pedro Castillo llegó al 50,204% y Keiko Fujimori al 49,796%, lo que da una diferencia de 71441 votos a favor del candidato Castillo, que se convertiría en el nuevo presidente electo del Perú pese a que todavía, por presiones opositoras, el ONPE no lo pronunció oficialmente.
¿El lápiz podrá dibujar la esperanza?
Castillo asume la presidencia de un país destrozado socialmente por la pandemia, los servicios sanitarios llevan meses colapsados, las cuarentenas no han podido ser aplicadas a causa de la terrible recesión económica en que se encuentra el país. El empleo informal ha crecido y se ubica cerca del 75% a diciembre del año pasado, según el último relevamiento del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). En tanto el desempleo marca un 12,4% en los datos del último trimestre del 2020.
Perú Libre tendrá, por lo tanto, una tarea titánica por tratar de impulsar leyes en el poder legislativo que permitan traccionar fuerzas que lleven a lograr los cambios prometidos. No contará con mayoría parlamentaria, a pesar de su alianza con el partido progresista Juntos por el Perú, de Verónica Mendoza. Es preciso recordar, también, que el Congreso peruano tiene la capacidad de pedir la vacancia presidencial: si ya lo han hecho antes, ¿por qué no lo harían ahora?
Lo cierto es que esta falta de liderazgo político y esta incipiente victoria electoral puede ser aprovechada por Perú Libre para cumplir el contrato democrático y así fortalecer y restablecer la representatividad de las tan desprestigiadas instituciones políticas. Todos los ciudadanos que han elegido a este proyecto de país necesitan ver cambios a corto plazo en su calidad de vida. No hay demasiado margen para el error, se necesita creer y confiar en la política nuevamente como una herramienta de transformación social para el bienestar del pueblo. Si las ilusiones de cambio y mejoría que han sido renovadas con esta elección se cumplen, sólo el tiempo lo dirá.
Ángel Lozada nació en Callao, Perú, y desde hace quince años está radicado en Buenos Aires, Argentina. Es docente en escuela media.