Truman Mag

Revista de Ideas

Carpeta de Spam Cultura

Los códigos de Grabovoi o la cultura del Finish him

1

En 1986, Kazuhisa Hashimoto desarrolló un videojuego que era demasiado difícil de jugar. Los focus groups de la compañía eran categóricos: la mayoría de los usuarios no podía pasar del nivel 1, y había algunos que ni siquiera entendían cómo jugar. Hashimoto trabajaba para Nintendo, que en ese momento era la compañía más importante de videojuegos de Japón y del mundo. El tiempo de lanzamiento se acercaba, y no había tiempo para hacer todos los cambios que el juego requería. Entonces, a Hashimoto se le ocurrió una idea: en vez de hacer el juego más fácil, podían darle más vidas a los jugadores. Y desarrolló un truco (arriba, arriba, abajo, abajo, izquierda, derecha, izquierda, derecha, B, A), para que los jugadores obtuvieran 30 vidas. El truco se convirtió en el Código Konami, el primer cheat code famoso de un videojuego. Los trucos existían desde siempre, los desarrolladores de videojuegos los usaban como una herramienta de testeo. Pero el truco de Hashimoto fue un boom, al punto de que las versiones posteriores del juego, que por supuesto se hicieron más fáciles que el primero, siguieron incluyendo el Código Konami.

2

Tenía un amigo que sabía hacer fatalities de memoria, y era como una coreografía manual. Llegaba el momento: ¡Finish him! decía esa voz de ultratumba de Shao Khan (el malo más malo del Mortal Kombat) y él respiraba profundo y empezaba a mover los dedos, que golpeaban sobre del joystick de plástico del Sega haciendo un ruidito seco y preciso, parecido a cuando empieza a llover. Lo hacía bien, pero sobre todo lo hacía rápido. La velocidad era indispensable para que el truco funcionara.

Durante los segundos en que apretaba los botones, mi amigo no pensaba. Hay un término de las artes marciales que lo describe: mushin. Es el estado mental en el que alguien (un luchador/un artista/una persona jugando al Mortal Kombat) abandona todo pensamiento y emoción y se entrega a un proceso, a un flujo de acciones. Los espadachines practicaban mucho los distintos movimientos técnicos, pero a la hora de luchar suspendían el pensamiento, para dejar que esos movimientos fluyeran de forma inconsciente. Cuando mi amigo terminaba de apretar los botones había unos segundos de suspenso: la consola estaba procesando y evaluando la performance. La pantalla se oscurecía y ahí ya sabíamos que el truco había funcionado.

Con el tiempo supe que esa era una forma de esconder las escenas sangrientas del videojuego. Pocos meses después de que saliera el Mortal Kombat, en el 92, en Estados Unidos se aprobó una regulación estricta a los videojuegos que tuvieran elementos de violencia. El Mortal Kombat incluía desmembramientos, degollamientos, desollamientos. Para pasar la censura, Sega incluyó los trucos de las fatalities, para que solo aquellos que supieran el código pudieran ver todas las escenas de violencia. En Japón fueron más versátiles: sólo le cambiaron el color a la sangre. En lugar de ser roja, la sangre de los personajes del Mortal Kombat en Japón era verde.

3

En la computadora los trucos eran menos vistosos. No incluían la gimnasia rítmica que exigían las consolas, sino que eran más parecidos a los conjuros: utilizaban una fórmula mágica, una palabra que tenía unos efectos específicos. La magia antigua se basaba en la creencia de que una serie de acciones con unas características particulares tienen unas consecuencias concretas. El mejor ejemplo de esto era el Sims: escribir klapaucius !;!;!;!;!;!;!; era igual a obtener dinero. Concreto y efectivo como un buen conjuro. Con el tiempo, el capitalismo mató a la magia. El sistema que reina ahora en la industria de los videojuegos es el de las microtransacciones. El desarrollador ofrece un juego gratis, pero si el usuario quiere acceder a distintas funcionalidades u objetos tiene que pagar. En lugar de incluir los trucos en el videojuego, ahora los desarrolladores los venden. Se acabaron los conjuros secretos.

4

Grigory Petrovich Grabovoi es un doctor en Matemática ruso. Según sus propias declaraciones, inventó un sistema que es capaz de muchas cosas, entre ellas revivir a los muertos, curar el cáncer y el sida, y probar la existencia de Dios de una forma científica. Este sistema, que está basado en las matemáticas, está descrito en los tres tomos de La práctica del control. El camino a la salvación, el único libro que publicó. En 2008, Grabovoi fue sentenciado a 11 años de prisión por cobrarle dinero a una madre para revivir a su hijo. Aparentemente, Grabovoi revivió a más de 186 personas, y cobraba 1700 dólares por cada resurrección. Luego de cobrar el dinero, Grabovoi citaba a las familias en un hotel de noche, y les decía que su hijo había revivido pero que estaba en otra ciudad, y que tendrían que buscarlo y se iba. Luego de un juicio polémico, Grabovoi fue liberado en 2010, y lanzó la Fundación para la Implementación y Protección de la Enseñanza de Grigori Grabovoi. El objetivo último de la Fundación es fundar un Nuevo Estado con sede en la ONU para dirigir el proceso de transformación mundial. Según su página web, cuenta con más de 2 millones de seguidores por todo el mundo.

5

La cuenta de Tik Tok spiritualtarotguide comparte videos en los que ofrece Códigos de Grabovoi a sus seguidores. La cuenta explica que los Códigos de Grabovoi son como trucos pero no para videojuegos, sino para la vida real. El procedimiento es sencillo: los Códigos de Grabovoi son una serie de números que la gente tiene que repetir en voz alta, trazarlos en el aire con el dedo, o escribirlos en un papel y guardarlo. El sistema se basa en la idea de manifestación, que es básicamente pensar mucho en una cosa hasta que finalmente pasa. Como en los cheat codes de los videojuegos, hay que concentrarse en el código hasta que funcione. Cada uno de estos números tiene un efecto concreto. Por ejemplo, el Código de Grabovoi para la buena salud es el 189104. Para la belleza es el 83585179. Para el dinero hay varios: 520741, 318798 o 426499. Como un klapaucius de la vida real. La cuenta spiritualtarotguide no aclara si está asociada a la Fundación de Grigori Grabovoi.

Juan Ignacio Sapia nació en Lomas de Zamora pero vive en Barcelona. Escribió muchas cosas diferentes: discursos políticos, informes de marketing, botones de aplicación, reseñas de películas y monopatines eléctricos, un libro de cuentos. De vez en cuando, escribe perfiles de celebridades random en su Medium.